miércoles, julio 02, 2008

Las guerras económicas actuales estan en Internet


París (DPA).- El campo de batalla de las guerras económicas actuales es Internet. En opinión de los expertos, los problemas más importantes que afrontan los grupos empresariales occidentales son las campañas de desinformación, robos digitales de datos y cibersabotajes, sobre todo desde China.

Según los juristas encargados de velar por la Constitución, la "ciberguerra" es un terreno que cobra cada vez más importancia en el espionaje económico, y que afecta especialmente a empresas europeas. Los franceses ya se están preparando para dar una respuesta con la "Escuela para la Guerra Económica", donde agentes de los servicios secretos, militares con experiencia y altos ejecutivos instruyen a sus estudiantes en el arte de sobrevivir en esta carrera sin escrúpulos de la economía global.

Bien camuflada detrás de una puerta azul se encuentra la "École de Guerre Économique" (EGE) en París, cerca de la Torre Eiffel y de la respetable escuela militar. En sus estrechos pasillos y oscuras salas se sentiría a gusto una ONG crítica con la globalización. Y el santuario del silencioso taller son las computadoras de última tecnología: En la ciberguerra del siglo XXI, los estudiantes no recurren a un revólver o los micrófonos espías, sino al mouse. Aquí los aranceles proteccionistas y los instrumentos tradicionales de espionaje han quedado caducos.

Hace casi once años, el director del EGE Christian Harbulot creó esta escuela con un destacado general. "El mundo occidental se mueve vertiginosamente y la competencia es cada vez más feroz", advirtió. "Industrias enteras desaparecen, las personas pierden sus puestos de trabajo", añadió.

No hace falta lanzar al mercado un "super producto", las empresas tienen que aprender sobre todo a defenderse de los ataques de informaciones. "Hace treinta años el gran peligro era que te robaran un secreto comercial", apuntó Harbulot. "Por supuesto que ese riesgo sigue existiendo todavía hoy, pero se puede atacar la imagen del otro de forma más rápida, hacer caer el valor de sus acciones y crear dudas en la mente de las personas".

Un ejemplo: La cadena de supermercados Carrefour, que cuenta con una amplia representación en China. Tras los ataques a la antorcha olímpica en París, los supermercados en China fueron objeto de boicots vía SMS e Internet. En opinión de Harbulot, gran parte de esos llamamientos al boicot no venían de China, tal como se reflejó en la prensa, sino de competidores occidentales.

Al director de la EGE, que ya hace años que cumplió los 50, no le obsesionan los intereses nacionales. Su punto de mira está puesto en Europa. El patriotismo industrial que el presidente francés Nicolas Sarkozy enarboló al anunciar la construcción de grandes grupos empresariales nacionales no tiene futuro, según Harbulot, quien estima que la Unión Europea debe permanecer unida en la lucha contra el espionaje de Rusia o de países en vías de desasrrollo como China.

"Deberíamos encontrar repuestas a nivel europeo, por ejemplo sobre los fondos estatales de los que cada país miembro no tiene la masa crítica", señala Harbulot. "Se considera que detrás de los fondos estatales de los chinos rige ante todo la lógica de trasferencia de conocimiento; en los fondos de Cercano Oriente, la rentabilidad; en los de los rusos, el control de los sectores industriales estratégicos".

En algunos países europeos los guardianes de la Constitución ya se están ocupando de los problemas derivados del espionaje económico. En un estudio de la universidad alemana de Luneburgo se señala que el espionaje y los hackers destruyen al año 50.000 puestos de trabajo y cuestan 50.000 millones de euros a la economía.

De los cerca de 300 licenciados de la EGE, muchos han recalado en grandes empresas como las de tecnología aeronaútica EADS, así como en embajadas o Ministerios de Defensa.

La EGE, un centro de formación con reconocimiento estatal, cuenta con el respaldo del Ministerio de Defensa francés y de los asesores en armamento del "Défense Conseil International". El estudio de postgrado de diez meses cuesta 10.000 euros (15.756 dólares) y en él se imparten estrategias para conquistar el mercado, técnicas militares, tácticas para lanzar cortinas de humo o se narran intrigas económicas. Ni profesores ni alumnos hablan sobre el contenido exacto de las materias. Pero todo es legal, afirma Harbulot. "Para evitar la guerra, hay que conseguir sobre todo dar miedo al otro".

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