YouTube, Joost, Dalealplay... éstos y otros portales que, hasta hace menos de un año, no formaban parte de las páginas de obligada visita para el internauta de a pié, se han convertido en el nuevo 'boom'. Cadenas de televisión, productoras de cine y estudios de Hollywood 'se pelean' entre sí por firmar contratos para distribuir sus contenidos. Buscadores como Google o MSN mueven fichas para convertir sus plataformas en las más visitadas y, mientras tanto, los usuarios lo que quieren es tener acceso cada vez a más y más videos. Según algunas encuestas, la audiencia de televisión desciende cada día ante el aumento de las horas que pasamos frente al ordenador viendo este tipo de contenidos.
En general, el vídeo se consideraba un contenido poco adecuado para su circulación por Internet, debido, fundamentalmente, al elevado peso de sus archivos. Ahora, todo esto ha empezado a cambiar.
En muy poco tiempo, varias circunstancias han contribuido a que el vídeo en la Red se convierta en todo un fenómeno emergente: por un lado, la mejora en el ancho de banda disponible y en los algoritmos de compresión de contenidos, con la aparición de Flash como plataforma de preferencia; por otro, la incorporación de fenómenos típicos de la llamada Web 2.0, tales como los contenidos generados por los usuarios (User-Generated Content, o UGC), la participación o la difusión viral. Finalmente, la operación Google-YouTube terminó de calentar el panorama. Si algo está claro es que una parte significativa de los contenidos que descarguemos de Internet vendrán en formato vídeo. ¿Cuáles son las claves de un formato como éste?
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